lunes, 3 de diciembre de 2012

Dos vidas llamadas NANKA

La primera vez que vi a Lorena me pareció ver a alguien muy especial. Tenía sin duda esa luz de los “elegidos”.
Era un día de Enero, cuando Nanka tenía menos de tres meses de haberse inaugurado. Y ahí estaba Lorena, con la bandeja del pescado que nos sirvió, explicando que venía de la pesca sostenible, y que los vegetales eran orgánicos y las hierbas que habían usado para sazonarlo eran de su huertito y luego nos mostraba orgullosa la variedad de plantas que sembraba y cuidaba con amorosa atención.
Al final de la cena apareció su Jason. Su querido Jazzy que en realidad se pronunciaba Jeisi, pero yo le daba el toque de Jazz porque era divertido que Lore dijera: “No, no se dice así, es Jeisy!”.
Pero así es cuando uno conoce a alguien especial. Lo ve desde el principio, al menos si tienes un poco de sensibilidad como para reconocerlos, porque siempre resaltan entre la mayoría. Y Lorena era así.
Me ha dado tristeza no haber publicado antes algo sobre Nanka, su mundo, su universo, su vida…La vida de ambos. “Y por qué le pusiste Nanka?”. “Porque hasta el apellido de Jason nos llevaba a Perú! Parece quechua!”. Hasta eso parecía cosa del destino, y así logró traerse a su cocinero australiano a quien conoció del otro lado del mundo.
Lorena tenía 24 años, pero a veces me daba la impresión de que fuera incluso mayor que yo que tengo 31…Su sabiduría era innegable, su madurez impresionaba. A veces cuando conversábamos me decía: “Ay esta Meli veneca está loca”.
Esto pasaba la mayoría de las veces sentadas en la barra de Nanka mientras tomábamos algún vino o probábamos alguno de los cocteles super poderosos que los chicos inventaban o uno que Jazzy bautizó una vez como Sacha fizz o algo parecido, y que preparó con tomate de árbol o sachatomate y agua tónica. Así era Lore como la conocí...Generosa, amable...Queriendo siempre compartir un poquito de su mundo con quien se acercara, con quien quisiera entenderlo.
Así transcurrían nuestras tardes en Nanka. Probábamos platos y así me enamoré locamente de los spring rolls. No me cansaré de repetir que son los mejores que he probado en mi vida.
Y me enamoré también de las conchas a la parrilla con crema de coliflor y polvo de morcilla.
Y del pulpo que Jazzy preparaba a una temperatura y una cocción especial con la papa leona que en ese momento estaba en boga. De vez en cuando Jason se acercaba y nos decía: “Pero ustedes no paran de comer!”, y mientras tanto nos reíamos y conversábamos sobre la vida.
Me identificaba con ella porque como buena “ciudadana del mundo” a veces los prejuicios de quien vive dentro de una realidad limitada o a veces malinterpretada por otros, le chocaban.
No era fácil a veces como ella me decía “trabajar sin parar, no tener vacaciones muchas veces, chambear el fin de semana”, pero eso a Lore no le importaba, no le importaba que sus amigos a veces la tildaran de workaholic porque eso es lo que la hacía feliz. A ella y a Jason. Eran uno solo en Nanka.
Y yo era feliz ahí, sintiendo su energía, compartiendo un poco más de cerca esa realidad que a veces parecía irreal.
Con sólo entrar era como transportarse a otro lugar, con una energía particular.
La última vez que la vi fue hace dos semanas durante una cata que fui a dar en Nanka para los chicos. Tenía un par de meses sin verla y estaba muy emocionada por su reciente viaje a Brasil… “Lo pasamos increíble! Nos fascinó estar allá, pero ahora ya toca chambear de nuevo. Me he subido varios kilos!”. Y así, allí estaba, con su misma energía, aunque no estuviéramos tan cerca como antes…La vi más madura que antes incluso, luego de tener la responsabilidad de Pachacutec, las clases, sus actividades como líder de jóvenes. Y me dio pena no quedarme esa tarde para tomarnos uno de sus famosos capuccinos. Porque eso también hizo; curso de barismo y con Raul Rodas, el barista más famoso del mundo. Y gracias a ella probé un café hecho por él cuando estuvo de visita en Nanka durante uno de los jueves musicales...Jueves de Nanka Garden Sounds durante los que se presentaba el grupo de los chicos que tocan también en Lima 27 (si leen esto me querrán matar porque no recuerdo el nombre!), pero era muy buenos!!! Y Lore anunció un día por Facebook que la veneca iba a presentar el grupo, que a ella le daba pena! (Casi impensable creer que le diera pena alguna cosa en la vida). Y presentamos al grupo, y llevé a mi papá y a otros amigos a disfrutar de esas noches musicales que aunque para muchos no sean tan interesantes porque es ruidoso o porque en un restaurante es mejor no tener música...Eran parte de Nanka, de su espíritu, de su personalidad. Porque ahí podías hacer realidad tus sueños! Y ahí Lorena y Jason hicieron realidad al menos parte de sus sueños!
Los extrañaré mucho, amigos!!! Gracias por haberme transmitido un poco de su maravillosa energía! Gracias por haber venido a mi casa a compartir luego de su jornada de domingo cuando me pidieron que haga la arepada en la noche para poder llegar...Me hizo feliz que probaran algo de la sazón venezolana...Al menos un poquito les pude mostrar. 
Nanka debe seguir...en el paladar de todos...En La Molina...es ya un universo y sé que han calado en tanta gente que estarán felices de compartirlo y se continuarlo...
Pero más allá de eso, Nanka es un estado de ánimo, es el espíritu de Lorena y Jason, es la base de emoliente sobre la barra, los libros en la repisa encima del bar, los muñecos que decoraban el local, la cartelera que tenían dentro con tips clave de gastronomía...
Hay un poema que me encanta y que creo que define en parte lo que siento es Nanka y lo que fue para ellos...Es el poema del VIAJE A ITACA...Si pueden, búsquenlo...Itaca fue Nanka para Lorena y Jason...La vivieron, viajaron a través de ella...y creo que ahora siguen su camino desde otro lugar... 
Extrañaré mucho la sazón de Jazzy y la sonrisa de Lorena. Hay pocas personas como ellos en el mundo...Es un reto para todos hacer justicia a lo que nos dieron...Un reto para los cocineros ser más fuertes, ser más arriesgados, ser más comprometidos, ser más unidos... Lore y Jason: Descansen en paz! ; ) 

2 comentarios:

Antonio Castro dijo...

Gracias por escribir esto porque de alguna manera nos has dado a conocer de una manera más humana quiénes fueron Lorena y Jason.
Me quedo con tus líneas casi al final: "...Nanka es un estado de ánimo, es el espíritu de Lorena y Jason, es la base de emoliente sobre la barra, los libros en la repisa encima del bar, los muñecos que decoraban el local, la cartelera que tenían dentro con tips clave de gastronomía...".
Sí pues, eso es Nanka, un sello de agua con la silueta de sus dueños.

Adriana Tenorio Bertorelli dijo...

Bello Meli... un shock para todos, incluso los que no los conocimos y como bien dices: estarán en el viaje siempre juntos, buscando una nueva Itaca... Un abrazo

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